El pasado jueves no hubo clase, sino
que hicimos una excursión a Sigüenza; consistía en una deriva arquetípica en la
que íbamos a llevar a cabo una performance. Yo elegí ir de Blancanieves, y
siguiendo los criterios que habíamos hablado la semana pasada en clase me vestí
de arriba debajo de color amarillo, un color que para mí representa la alegría
y la niñez, dos características que considero esenciales para mi personaje o
“Blancanieves”. Lo cierto es que es un color que me encanta y que estoy muy
acostumbrada a llevar, sobre todo en verano, y en ningún momento pensé que
sería tan impactante como fue.
Nos reunimos todos a las 11 donde
tenía que recogernos el autobús, y en ese momento empecé a sentirme ya un poco
extraña; lo cierto es que la mayoría de personas iban vestidos de negro, y
dentro de la variedad de colores que llevaban el resto de personas solo había
otra persona que llevara un color llamativo como el mío, el color rojo, por lo
que comencé a sentirme un poco cantosa y por un momento tuve la tentación de
irme corriendo a mi coche a cambiarme de ropa, pero después de pensarlo un rato
deseche la idea, ya que llevaba incubándolo toda la semana y si algo en mi
interior había escogido ese color por algo seria.
Pilar nos dijo que apuntáramos una
pregunta en un papel y que esta encontraría una respuesta a lo largo de la
errancia o en algún sueño en los próximos días. Yo tenía la pregunta guardada
en mi monedero desde hace más de una semana, mi pregunta era: ¿Quién soy? Llevo
años haciéndome esta pregunta a mí misma desde que mi vida cambió radicalmente
con 16 años; pase de ser la persona más inmadura e infantil del mundo a ser una
persona seria, ordenada y estricta con migo misma y con los demás; y desde
entonces no hago mas que preguntarme ¿Cuál de las dos soy en realidad y cual no
es más que una máscara?; la respuesta a mi pregunta llego a lo largo del día.
En el viaje de ida hicimos un recuento
de brujas y Blancanieves antes de repartir las Blancanieves que le tocarían a
cada bruja, y sucedió algo increíble, había 16 brujas, 16 Blancanieves, y 16
personas que habían faltado a la excursión; creo que no era una simple coincidencia,
al menos para mí, aunque en ese momento no me di cuenta, esa era la primera
clave para dar respuesta a mi pregunta.
Por un error en el cálculo inicial de
Brujas tuvimos que repetir el sorteo de Blancanieves 3 veces, al fin y al cabo
a la tercera va la vencida, del mismo modo que sucede en el cuento de
Blancanieves, y como debía suceder en nuestra actividad. En el viaje estaba muy
nerviosa, y no podía dejar de moverme de un lado a otro, termine sentada al
final del autobús, hablando sin parar como es costumbre en mi cantando y
haciendo el idiota; esta era otra señal para responder mi pregunta. Finalmente
llegamos a Sigüenza en la parte más interesante, cuando estábamos cantando, por
lo que continuaríamos a la vuelta, aunque casi mejor porque por un momento se
habían girado a mirarnos cuando cantábamos y sentí mucha vergüenza.
Al llegar al pueblo, después de
acordar un punto de encuentro al finalizar la tarde, todos nos dispersamos, el
primer lugar al que llegue fue un parque lleno de niños, me senté en el
columpio y comencé a balancearme, ya casi no recordaba cómo se hacía y a la
hora de frenar casi no lo consigo. En ese mismo parque me encontré con algunas
de mis compañeras, y como todas teníamos mucha hambre nos sentamos en una mesa
de pik-nik a comer.
Después de comer comenzó nuestra
deriva propiamente dicha, no nos cruzamos con casi nadie de nuestros
compañeros, sin embargo nos encontramos con la misma gente del pueblo en varias
ocasiones en lugares distintos. El primer lugar al que entramos fue la biblioteca
del pueblo, estaba abierta pero no había nadie dentro, parecía que estaba
abandonada, pero aun así entramos y me recorrió una sensación un poco extraña
en el cuerpo, en lo único que podía pensar era en no sepáranos, porque en todas
las películas de miedo cuando ocurre algo es cuando la gente se queda sola.

Dimos la vuelta a todo el castillo
hasta que encontramos la entrada y fuimos a ver el mirador, al llegar allí
vimos un pozo y nos pusimos a tirar piedras para ver como de hondo era y a
mirar por si hubiese algo o alguien, al fin y al cabo Blancaniebves tiene que
estar siempre alerta de que aparezca la bruja, y no sabemos dónde o como puede
esconderse; pero no había nada.
Nos acercamos a la fuente que había en
el centro y vimos que era una de esas fuentes para pedir deseos por lo que
decidimos hacerlo, todo iba bien hasta que vi el video que me habían hecho y
observe como mi moneda desaparecía y nunca caía, ahí pensé que tal vez la bruja
se había llevado la moneda, pero lo cierto es que todavía es un misterio que
fue lo que sucedió.

Seguimos recorriendo e pueblo y llegamos a una plaza de toros que también estaba cerrada, recorriendo el campo nos encontramos con caballos, ovejas… y de nuevo el coche amarillo, parecía que me estaba persiguiendo.
Seguimos dando vueltas por el pueblo
pero mi bruja no aparecía y eso empezaba a preocuparme, pensaba en que tal vez
no sabía quién era yo y por eso no me había encontrado, pero lo cierto es que
no fue eso lo que sucedió. El pueblo era muy grande y era muy difícil
encontrarse con la gente, pero no paramos de andar hasta que se acercó la ora
de reunirnos en el punto de encuentro y unos chicos muy majos nos explicaron
cómo llegar hasta allí.
Llegué desilusionada al punto de
encuentro, ya que mi bruja no había aparecido en ningún momento, y entonces
sucedió, se acercó a mi Marian diciéndome que quería preguntarme algo y me
llevo a una esquina para hablar; entonces me confeso que ella era mi bruja y
estuvimos hablando un largo rato, lo cierto es que la conversación que tuve con
ella me aporto muchísimo y en cierto modo me ayudó a darme cuenta de cosas que jamás
me había planteado sobre mi misma; haciéndome darme cuenta de que mis sueños, a
los que he temido durante tanto tiempo, tal vez no son una desgracia como siempre
he pensado, sino un don, un don que puedo utilizar para el bien o para el mal.

A continuación Pilar me dio una
cerilla gigante y yo trate de dominar el fuego como ella me había dicho, peor
no lo lograba y se apagaba, peor mi bruja si fue capaz de dominarlo, y luego me
explico cómo hacerlo. Esa sensación de sentir que yo era capaz de dominar el
fuego me encanto, siempre me ha encantado el fuego.
Finalmente volvimos al autobús y me senté
atrás para segur cantando y hablando acerca de cotilleos con mis compañeras,
fue un viaje entretenido porque estuvimos hablando de muchas cosas, incluidas
entre ellas la astrología, un tema que me apasiona y me di cuenta de que no
todas las personas del mismo signo son exactamente iguales, pueden parecerse a
lo que supuestamente dicen que es según si signo del zodiaco o pueden ser completamente
opuestas.
A lo largo de toda la deriva estuve
muy pendiente de todas mis emociones, sentimientos y dolencias como nos había
sugerido la profesora, y lo cierto es que no me dolió nada en ningún momento,
solo sentí miedo un instante (debido a mi pavor por las alturas, siempre he
pensado que si dios me hizo bajita por algo seria), y en todo momento estaba
ilusionada, feliz, atenta a todo lo que podía descubrir, exactamente igual a
cuando era una niña pequeña que disfrutaba recorriendo sitios nuevos esperando
encontrar en ellos cosas maravillosas; en ese momento fue cuando me di cuenta
de que mi pregunta había sido respondida sin darme cuenta, la primera clave fue el número 16, justo la edad en la que di un cambio radical, la segunda fue como disfrute a lo largo de toda la excursión, que me recordó a cuando era una niña, y la ultima fue como me abrí y deje que todo fluyera, sin preocuparme, sin ser seria ni estricta, cuando analice todo eso me di cuenta de que mi mascara siempre ha sido la mujer seria y amargada, como siempre me ha dicho mi hermanita pequeña, y que en esencia yo sigo siendo esa niña, que lucha por salir cada día a la luz, y a la cual estoy aceptando poco a poco gracias a esta asignatura.
Ha sido una experiencia inolvidable, y
no me arrepiento ni un solo minuto de haberme perdido por el pueblo y haberme
matado a caminar, porque a pesar del cansancio con el que llegué a casa, esta
deriva me ha cambiado la vida.
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