La clase de hoy la hemos dedicado plenamente a dejar llevar
nuestra imaginación y sobre todo nuestras emociones y plasmarlas a través de un
mandala con unas propiedades algo peculiares, mandalas hechos de chocolate.
Esta actividad suele resultar atractiva a primera vista ya
que el instrumento usado suele ser algo que a todo el mundo le agrada, y esto
hace que te dirijas hacia ella con mucho más interés, energía y ganas de
hacerla.
En estas clases siempre tengo la sensación de que entras con
una idea en la cabeza y al final siempre sales con otra distinta, lo cual es
algo bastante sorprendente, pero en su aspecto positivo. Y la sesión de hoy no
ha resultado ser diferente a esta sensación mía.
Hablando desde mi propia sensación, puedo decir que venía a
esta clase con ganas de “jugar” con el chocolate, por así decirlo, y pasar un
rato agradable. Pero a medida que ha ido avanzando la clase he ido descubriendo
su interior, y gracias a la explicación de la profesora y la forma en la que nos
guía y nos hace sacar nuestros sentimientos afuera he conseguido ir
experimentando una sensación bastante agradable que me ha permitido plasmar mis
emociones e ir dejándome llevar por ellas para así decorar y construir un
mandala personal, un mandala que sólo yo soy capaz de crear en un momento
determinado.
Esto ha sido algo que me ha llamado mucho la atención y que
realmente me ha parecido que tiene todo el sentido del mundo.
Los mandalas son muy personales y dependen única y
exclusivamente de las emociones que tengamos en un momento determinado y así lo
dejemos fluir y lo acabemos plasmando en nuestra obra.
Podemos crear varios mandalas seguidos que nunca van a salir
iguales debido a que en cada instante sentimos unas emociones distintas y esto
es exactamente lo que nos lleva a la creatividad y a su diseño.
Los mandalas tienen forma circular con un punto céntrico que
puede representar nuestra parte personal más íntima, dejando la parte externa
del círculo la que represente aquella que está en contacto con el resto de
personas. En la parte interior que se va decorando hasta llegar a un punto
concéntrico suele ir reflejando todos nuestras emociones, nuestras alegrías,
sorpresas, angustias, dolores… porque como muy bien hemos dicho, en la vida se
sufre, la vida no es fácil, pero ahí esta la esencia. Estoy totalmente de
acuerdo con esto ya que los momentos buenos no serían tan buenos si
anteriormente no hubiéramos experimentado momentos desagradables que nos han
causado dolor. Pero hay que mirar la vida de una manera positiva, y aprender
que todo esto nos hace ser más fuertes, nos hace aprender y nos ayuda a
superarnos día a día.
Inmediatamente he puesto todo esto en práctica y he dejado
fluir mis emociones del momento dejando plasmados en mi mandala sensaciones
alegres y positivas, ya que era lo que sentía en ese momento al estar
realizando esa actividad rodeada de mis compañeras y de un ambiente
inmejorable.
Aún así, he querido reflejar quizás un poco de mí en
relación con lo que hemos hablado previamente. He decidido rodear mi mandala
con chocolate negro y su interior con el fondo blanco para plasmar así la
coraza que poco a poco me he ido poniendo cuando estoy en contacto con los
demás. La parte interior muestra que no es todo lo que parece, y que puedes mostrar
una parte de ti pero no todo, dejando esa parte más personal para compartirla
con esas personas que crees que lo merecen. Su interior lo he decorado con
formas bastantes alegres, en forma de pétalos, corazones, colores… ya que me
gusta mucho estar alegre y ser divertida y positiva; pero también he reflejado
varias “lágrimas” azules que representan que no todos mis sentimientos son
buenos, sino que también tengo sentimientos de dolor y sufrimiento, que quiera
o no, forman parte de mí y hacen que sea yo misma.
En la parte central he decidido hacer una especie de mezcla
de chocolate negro con blanco queriendo expresar quizás mi conflicto interno
actual provocado por diversas situaciones que están presentes en mi vida
personal pero que no me gusta expresarlo ni compartirlo, y por ello lo tengo en
una zona “protegida”.
A continuación me gustaría compartir mi mandala con vosotros
para que observéis todas estas emociones que he querido plasmar.
Más tarde he decidido realizar otro más pequeño, más sintetizado
también queriendo mostrar, a un tamaño mayor, ese centro de conflicto personal
que anteriormente he reflejado.
Por ello, lo he cubierto entero de negro y he mezclado el
oscuro con el blanco, viendo así los ápices de luz y positividad que también
hay dentro de mí para superar esos conflictos o dificultades.
También voy a plasmar la fotografía seguidamente.
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