sábado, 20 de febrero de 2016

MÁS ALLÁ DEL CHOCOLATE

La clase de hoy la hemos dedicado plenamente a dejar llevar nuestra imaginación y sobre todo nuestras emociones y plasmarlas a través de un mandala con unas propiedades algo peculiares, mandalas hechos de chocolate.

Esta actividad suele resultar atractiva a primera vista ya que el instrumento usado suele ser algo que a todo el mundo le agrada, y esto hace que te dirijas hacia ella con mucho más interés, energía y ganas de hacerla.

En estas clases siempre tengo la sensación de que entras con una idea en la cabeza y al final siempre sales con otra distinta, lo cual es algo bastante sorprendente, pero en su aspecto positivo. Y la sesión de hoy no ha resultado ser diferente a esta sensación mía.
Hablando desde mi propia sensación, puedo decir que venía a esta clase con ganas de “jugar” con el chocolate, por así decirlo, y pasar un rato agradable. Pero a medida que ha ido avanzando la clase he ido descubriendo su interior, y gracias a la explicación de la profesora y la forma en la que nos guía y nos hace sacar nuestros sentimientos afuera he conseguido ir experimentando una sensación bastante agradable que me ha permitido plasmar mis emociones e ir dejándome llevar por ellas para así decorar y construir un mandala personal, un mandala que sólo yo soy capaz de crear en un momento determinado.
Esto ha sido algo que me ha llamado mucho la atención y que realmente me ha parecido que tiene todo el sentido del mundo.
Los mandalas son muy personales y dependen única y exclusivamente de las emociones que tengamos en un momento determinado y así lo dejemos fluir y lo acabemos plasmando en nuestra obra.
Podemos crear varios mandalas seguidos que nunca van a salir iguales debido a que en cada instante sentimos unas emociones distintas y esto es exactamente lo que nos lleva a la creatividad y a su diseño.
Los mandalas tienen forma circular con un punto céntrico que puede representar nuestra parte personal más íntima, dejando la parte externa del círculo la que represente aquella que está en contacto con el resto de personas. En la parte interior que se va decorando hasta llegar a un punto concéntrico suele ir reflejando todos nuestras emociones, nuestras alegrías, sorpresas, angustias, dolores… porque como muy bien hemos dicho, en la vida se sufre, la vida no es fácil, pero ahí esta la esencia. Estoy totalmente de acuerdo con esto ya que los momentos buenos no serían tan buenos si anteriormente no hubiéramos experimentado momentos desagradables que nos han causado dolor. Pero hay que mirar la vida de una manera positiva, y aprender que todo esto nos hace ser más fuertes, nos hace aprender y nos ayuda a superarnos día a día.

Inmediatamente he puesto todo esto en práctica y he dejado fluir mis emociones del momento dejando plasmados en mi mandala sensaciones alegres y positivas, ya que era lo que sentía en ese momento al estar realizando esa actividad rodeada de mis compañeras y de un ambiente inmejorable.
Aún así, he querido reflejar quizás un poco de mí en relación con lo que hemos hablado previamente. He decidido rodear mi mandala con chocolate negro y su interior con el fondo blanco para plasmar así la coraza que poco a poco me he ido poniendo cuando estoy en contacto con los demás. La parte interior muestra que no es todo lo que parece, y que puedes mostrar una parte de ti pero no todo, dejando esa parte más personal para compartirla con esas personas que crees que lo merecen. Su interior lo he decorado con formas bastantes alegres, en forma de pétalos, corazones, colores… ya que me gusta mucho estar alegre y ser divertida y positiva; pero también he reflejado varias “lágrimas” azules que representan que no todos mis sentimientos son buenos, sino que también tengo sentimientos de dolor y sufrimiento, que quiera o no, forman parte de mí y hacen que sea yo misma.
En la parte central he decidido hacer una especie de mezcla de chocolate negro con blanco queriendo expresar quizás mi conflicto interno actual provocado por diversas situaciones que están presentes en mi vida personal pero que no me gusta expresarlo ni compartirlo, y por ello lo tengo en una zona “protegida”.
A continuación me gustaría compartir mi mandala con vosotros para que observéis todas estas emociones que he querido plasmar.






Más tarde he decidido realizar otro más pequeño, más sintetizado también queriendo mostrar, a un tamaño mayor, ese centro de conflicto personal que anteriormente he reflejado.
Por ello, lo he cubierto entero de negro y he mezclado el oscuro con el blanco, viendo así los ápices de luz y positividad que también hay dentro de mí para superar esos conflictos o dificultades.
También voy a plasmar la fotografía seguidamente.






Por último, y como conclusión final, me gustaría animaros a todos a realizar mandalas y sobre todo, a dejaros llevar por las emociones, y a no tener pudor a reflejar los miedos o el dolor que tenemos en nuestro interior, porque también forman parte de nosotros y nos hacen crecer personalmente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario