Hay momentos en los que me pasa que tengo que
detenerme pausadamente para distinguir la realidad y los sueños. Hace una
semana, tuve una vivencia que no había tenido en ninguna ocasión anteriormente
y para mi se me hizo muy dura en ese instante. Recuerdo lo que nos dijo nuestra
profesora sobre escribir los sueños para sacar a fuera todo aquello que nos
reprime, que nos aterroriza; por lo que voy a tratar de soltarlo. Todo ocurrió
cuando estaba durmiendo de madrugada y de repente sin más me desperté con una
sensación muy extraña, como si hubiera alguien más conmigo en la habitación
como si se tratara de una presencia. Y es que nunca me había ocurrido algo así
ni cuando era una niña, por lo que me empecé a agobiar en mi habitación y
decidí levantarme a beber agua al baño. Sentía que no tenía fuerzas para llegar
de nuevo a mi habitación, que realmente el miedo se había apoderado de mi
completamente. Tras no ser capaz de ir hacia mi habitación, fui a la de mis
padres y le dije a mi madre lo que estaba sintiendo y me hizo un hueco con
ellos. Pero aún así, con mi madre abrazada, seguía cerrando los ojos y viendo
rostros oscuros sin una cara nítida, los volvía a abrir y parecía que me
aparecían por todos lados, que me perseguían como en las películas de terror en
la que yo era temida por ellos. Llegó la hora que se tenían que ir a trabajar y
yo tenía que quedarme sola en casa con mi miedo quien se había apoderado de mi
y era capaz de controlarme entera, así que decidí que me llevaran a casa de mi
abuela para sentirme acompañada y poder estar más tranquila. Aún así ese mismo
día por la noche seguía teniendo muchísimo miedo pero poco a poco me fui
calmando. Y empecé a incubar sobre lo ocurrido, sobre mi, una persona que no es
frecuente que tenga miedo y menos de esa manera tan abrupta. Pero es que
realmente todos sentimos miedo, por algo, sea lo
que sea, a cada uno nos ataca de una manera diferente, pero siempre ataca y
sólo luchando contra él podemos superarlo, y qué mejor manera que enfrentarnos
a él.
Así que pensé, ahora es el momento de temer menos y poco a poco superar
nuestros miedos y comencé a pensar en la deriva que tendríamos el jueves 21. En
otras ocasiones, hubiera elegido ser Blancanieves porque se caracteriza por su
dulzura, ternura, inocencia, algo con lo que me puedo identificar más que con
una bruja; pero tras lo que me había ocurrido era el momento de echarle valor y
enfrentarme a mis propios miedos, así que decidí asistir de bruja. Y es que no
todo es lo que aparenta ser, ni lo malo es tan malo, ni lo bueno es tan bueno.
(Incluso con antídotos muy dulces)
Y es que dicen que todo pasa por algo, y es así, cada momento vivido en este día parecía que iba cobrando sentido. Hay veces que las cosas suceden por casualidad, sin esperarlo. En diversas ocasiones podemos pasarnos el tiempo buscando algo que queremos y no lo encontramos, pero al final con el tiempo todo llega y ahí es cuando realmente nos quedamos atónitos, cuando algo sucede sin pensarlo, sin esperarlo y ya nos encontramos cansados de buscar. Esto fue lo que me ocurrió a mi, tras las veces de sorteo realizadas, ya es casualidad que mi Blancanieves se tratara de la misma persona en ambas ocasiones, y es que vivimos en un mundo en el que las casualidades y las sincronías se encuentran en todo lugar. Comencé mi búsqueda con diversos sentimientos, al principio de temor por aquel lugar desconocido, seguido de ilusión por encontrar aquella persona que buscaba y finalmente cansada de no encontrar a mi blancanieves. Por lo que me dispuse a comer, cuando de repente veo pasar enfrente mía a esa chica que había estado buscando anteriormente. Por un momento no supe como actuar porque no quería asustarla pero tampoco podía permitirme perderla, así que decidí acercarme lo más normal y hacerle una señal para decirle que era mi primera vez que la había visto y se anduviera con cuidado. Su reacción me asustó hasta a mi, ya que empezó a gritar y salió a correr- menos mal que mi intención era no asustarla-. Poco a poco iban apareciéndome símbolos que me iban aterrorizando, pero a su vez me iban haciendo más fuerte para superarme a mi misma, como fue encontrarme una manzana mordida en el suelo o el número 11 en todas aquellas casas que se encontraban vacías, solitarias con aspecto de abandono y con las puertas abiertas que te incitaban a entrar para que el miedo se apodera de ti.
Finalmente, lo que más me llenó fue que estuviéramos todos
hablando con todos, algo que no habíamos realizado anteriormente y que poco a
poco decidiéramos conocernos un poco más y darnos cuenta que teníamos muchas más
semejanzas que diferencias, sumando la magia de aquella niña pequeña que se quiso
unir a nosotros. Además, para terminar y devolverme todas esas fuerzas que la
semana anterior había perdido, Monica nos empoderaba como heroínas y mi profesora nos transmitió el fuego, ese fuego
que llevamos cada uno de nosotros en nuestro interior, nuestra fuerza y que
estará en nosotros mismos dependiendo de cómo lo cuidamos.
Agradecer a cada uno de los participantes de esta
deriva por esta bonita experiencia y superación interna en la que he
descubierto que por el
camino vas a encontrarte con situaciones que te coloquen de inmediato en un
avión en marcha, y tus decisiones pueden ser las que te empujen en caída libre
desde lo más alto, o por el contrario, ser capaces de controlar tu fuego
interno que si lo cuidas no se apaga.
“Estamos viviendo”.
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