domingo, 3 de abril de 2016

Una experiencia curiosa


Todo empezó cuando recibimos un mensaje de Pilar, nuestra profesora, y nos dijo que lleváramos un pañuelo a clase.

Ante nuestra gran curiosidad nos pasamos la semana pensando para que serviría ese pañuelo, divagamos bastante sobre para que serviría. Y la mayoría de las ideas coincidían en que pensábamos que tendríamos que pintar el pañuelo.

Nos sorprendió cuando nos dijo que cogiéramos papel continuo para nuestro grupo y comenzáramos a dibujar, lo que fuera, lo que se nos ocurriese. La verdad es que al principio me sentí un poco perdida y no sabía muy bien que dibujar, pero me deje llevar y la verdad que lo que me salía era dibujar cosas cercanas a mí.

Las huellas gato, muy importante para mí ya que desde que me mude, tras la separación de mis padres a casa de mis abuelos encontramos en el patio de la casa una gatita con dos meses a la que cogimos y alimentamos, actualmente tiene 6 años y la verdad que es una de las mayores alegrías que tengo. Aunque sigue siendo “callejera” porque sale y entra de casa a su aire, siempre esta cuando la necesito.

El ying y el yang, que siempre nos ha representado mucho a mi hermana y a mí porque somos muy diferentes, la simpática y la estúpida, la guapa y la fea, la buena y la mala… pero en realidad encajamos perfectamente, somos el mayor apoyo la una de la otra y, ahora que somos más mayores ya no se ven esas diferencias que parecían tan marcadas.

Tras este dibujo realizamos otro con música y la verdad que me gustó mucho más porque todo fluye mejor, parece que las manos van solas y te centras en dibujar. En mi caso pinté un tren creo que porque la canción que escuché hablaba de dejar pasar las oportunidades y bueno siempre se han simbolizado mucho con dejar pasar el tren y en este momento de mi vida puede que me identifique un poco con esto de dejar pasar una oportunidad o un tren para coger otro mejor o quizá peor quien sabe.

En la siguiente clase, con el pañuelo nos tapamos los ojos para comenzar a dibujar y después hicimos lo propio pero con música. Fue una sensación muy extraña, y aunque parezca mentira muy liberadora para mí por lo menos. Al principio parece que te va a agobiar, no sabes los colores, no sabes dónde has pintado y donde no y comienzas a poner en practica técnicas para intentar dibujar lo que quieres, o en mi caso, lo que va saliendo sin ese apoyo visual, usando ceras que tienen un tacto diferente y así saber dónde has pintado, usar los mismos dedos o dejarte guiar por la intuición. Es curioso sentir esto un rato sabiendo que hay personas que lo sienten siempre. La verdad que a mí el no ver el papel delante, no sé porque, me hizo hacer el dibujo con más naturalidad, dibujando realmente lo que me salía en ese momento. Y la verdad es que no salieron tan mal, ni mis dibujos ni los de mis compañeros.

Por último, con el pañuelo nos atamos la mano con la que normalmente escribimos y hacemos todo a esta misma del compañero y comenzamos a dibujar, primero sin música y luego nuevamente sin música. Fue interesante dibujar, en mi caso, con la mano izquierda ya que no estoy acostumbrada a utilizar esta mano para escribir y mucho menos dibujar. Aunque me sorprendió que es más sencillo para mi dibujar con esta mano o pintar que escribir y que tampoco lo hacemos tan mal. Con mi compañera ningún problema porque por fortuna he dado en esta clase con personas con las que congenio y me entiendo bien.

La verdad que ha sido una experiencia muy interesante y que me sorprendí de mi misma. La verdad que a mí me gusta dibujar pero nada en especial ni nada bonito, simplemente garabatear, todos mis apuntes a los márgenes, los cuadernos y todo lo que pille. Y me sorprendió que tampoco lo hago tan mal, tampoco bien pero que si nos ponemos todos podemos dibujar, es más, deberíamos dibujar porque es una forma eficaz y sencilla de desahogarnos y sacar lo que sentimos.








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