Decidimos en clase realizar unos
mandalas de chocolate, la verdad es que en un primer momento la idea me pareció
genial, pero en realidad, fue simplemente por el hecho de jugar con la comida,
el chocolate y divertirnos un poco. Porque la verdad que, aunque si había oído
hablar de ellos, no sabía bien cuál era su utilidad ni toda la carga de significado
que estos tenían.
Por tanto me puse a buscar sobre
ellos y encontré que según el investigador Jung los mandalas poseen un poder
extraordinario, porque son imágenes sagradas que representan la psique
integrada: el objetivo que todos nos esforzamos por conseguir. Consideraba los
mandalas como una representación arquetípica del subconsciente colectivo y
también útil para la interpretación de los sueños.
La sencilla actividad de colorear
mandalas pone en funcionamiento mecanismos físicos, mentales y psicológicos.
A nivel psicológico los mandalas
nos ayudan a la activación conjunta del hemisferio derecho de nuestro cerebro
(involucrado en la creatividad, el sentido artístico, la imaginación, la
intuición y lo global) y del hemisferio izquierdo (por el proceso secuencial,
preciso, metódico y detallista de la estructura de sus representaciones). Por
lo que son un buen instrumento para facilitar el equilibrio psicológico.
La contemplación de un mandala es
también una técnica muy poderosa utilizada para la meditación.
Así que el uso de los mandalas nos
puede aportar innumerables beneficios en diversos aspectos de nuestra vida,
tanto a nivel físico, psicológico y emocional como en nuestro lado más creativo
y espiritual.
Yo la verdad que no pensé mucho lo
que quería hacer, pero es verdad que tenía una idea. Ya he hablado de la
relación tan especial que he tenido siempre con mi hermana y mi madre por
nuestras circunstancias y nosotras tenemos un tatuaje que nos queremos hacer
las tres, el cual, casualidad o no, es un mandala hecho con nuestras iniciales
“C”, “P” y “V”. Entonces quise encaminar este esto tan especial por este camino
y representar ese tatuaje en esta oblea. Aunque en realidad luego no me quedo
nada bien, no me importó mucho porque yo sabía que para mí era especial.
La verdad es que la experiencia fue
genial, nos lo pasamos muy bien, comimos mucho, nos reímos. Hubo una situación
en clase muy graciosa en la que una chica dejo que la dieran en la cara con uno
de los mandalas de chocolate, fue un momento muy gracioso que seguro no se nos
olvidará.
Además al final es una forma más de conocer al
resto de compañeros y cooperar entre nosotros, ya que unos traen cosas que a
otros les gusta y se las pide, quiere probar, nos vemos unos los trabajos de
otros y comentamos. Por tanto también pienso que enriquece al grupo y hace que
mejore nuestra relación.
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